El algarrobo también conocido como garrofero, garrofer, garrofera o garrover es un árbol resistente puramente mediterráneo.
El fruto del algarrobo tiene el mismo aspecto de una vaina de alubias o habas, de color negro rojizo y cáscara revestida en el interior por una pulpa azucarada que cubre las semillas.
Pese a tener una apariencia parecida a las alubias y las habas su gran diferencia reside en que las algarrobas se vuelven comestibles al madurar.
Aunque por fuera son rígidas y tienen una textura que puede recordar al cuero, el interior guarda una pulpa dulzona, tierna y pegajosa, que se puede comer cruda, con el único inconveniente de su fuerte sabor.
Las semillas, oscuras, de forma almendrada y tamaño variable, poseen un endospermo interior de color amarillento llamado garrofín, que molido en forma de harina se utiliza en industrias químicas con aplicaciones farmacéuticas, cosméticas y textiles.
Y también tiene usos alimentarios como aditivo.
Es un alimento muy energético rico en azúcares, pero de bajo índice glucémico. Esto se traduce en que esos azúcares son de absorción lenta, liberando poco a poco la energía y evitando los picos de azúcar en sangre.
Tiene además una notable cantidad de fibra, aumentando así la saciedad, y aporta minerales como hierro, calcio, magnesio, zinc o fósforo, además de algunas vitaminas del grupo B y A. Es bajo en grasas y no contiene gluten ni lactosa, al menos en su forma natural.
Con ellas se pueden hacer bizcochos, galletas, flanes, helados, natillas, harinas y panes entre otros.
